Como si fueran amanitas gigantes crecidas tras la tormenta, las figuras de Henry Moore han eclosionado en el Planeta Bilbao para sorpresa de paseantes con perro. Durante unos días permanecieron ocultas tras su envoltorio, como si la exposición perteneciera a Christo Javacheff, especialista en empaquetar parlamentos, acantilados o cualquier objeto que tuviera a mano. Gracias a ello, los bilbonáutas hemos disfrutado de dos exposiciones en una. Para quien se la haya perdido, les dejo esta galería.
Esta mañana, las autoridades han retirado las lonas y las figuras de Henry Moore han emergido en todo su esplendor y nos acompañarán hasta el 17 de julio:
Figura reclinada en dos piezas número 2, 1960
Gran figura de pie: filo de cuchillo, 1976
Pieza de bloqueo, 1963-1964
Óvalo con puntos, 1968-1970
Formas conectadas reclinadas, 1969
Madre e hijo reclinados, 1975-1976
Figura reclinada, 1982
La idea de un arte integrado en el espacio urbano existe desde tiempos inmemoriales. En la antigüedad, esfinges, toros alados y guerreros colosales ejercían de guardianes junto a las murallas de las ciudades y frente a las puertas de entrada a los templos y otros recintos sagrados. Bilbao, no podía ser menos.
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