Inmunes al desaliento, se pasean con su cartel por las calles anunciando la tragedia. Pero son tiempos difíciles para los profetas. El público solo cree lo que lee en Twitter, donde es fácil confundir un barco con un avión. La hecatombe nos pillará actualizando el perfil de Facebook o whatsappeando y, entonces, nos preguntaremos por qué nadie nos había alertado.
Mensaje en el cartel: "Los océanos inundarán la tierra. Millones morirán. Tercer secreto de Fátima. Si se pagasen los diezmos fin del hambre. Pecado mortal no pagarlos. Pecado mortal no decirlo"
Muchos habitantes del Planeta Bilbao se han acercado a despedir al alcalde Iñaki Azkuna a la catedral de Santiago, en el corazón del Casco Viejo. Los que no han podido entrar, por la falta de aforo, han seguido las exequias frente a las pantallas de la Plaza Nueva, bajo un toldo multicolor formado por los miles de paraguas que portaban. En los momentos de la liturgia, cuando los fieles se persignaban, todos los paraguas interpretaban la misma coreografía: arriba, abajo, izquierda, derecha. Con esta danza fúnebre, y empapados por la lluvia por arriba y las lágrimas por debajo, este objeto, tan unido a los bilbainos, ha rendido su pequeño homenaje a quien recibió el título de mejor alcalde del mundo. Actualización: La foto de Oskar Martínez en DEIA
La primavera llega este año al Planeta en forma de rollitos. Rollitos de primavera que en un plis plas cubren de césped los parterres embarrados por el invierno. Como en las casas, es hora de airear las estancias para que la brisa templada inunde todos los rincones. En las ciudades pudientes se aprovecha para cambiar las alfombras. Como es el caso.
Respirar profundamente y sentir el ozono dejado por la tormenta mezclado con el olor del mar. Todo ello, mientras se le riza el pelo con la humedad. Abre los brazos para que le quepa más aire en los pulmones, mientras escucha el fragor de las olas en el acantilado. Disfruta de algo que le queda lejos y que, nosotros, tan acostumbrados, apenas percibimos.
Parece que fue ayer cuando empezaron las obras del nuevo San Mamés. Pero el tiempo pasa y ya casi está terminado. Aunque hay a quien la espera se le hace eterna...