Paisaje humano, Paisaje urbano, Curiosidades

miércoles, 28 de mayo de 2014

La metamorfosis de la antigua estación de tren en Deusto


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La antigua estación de Euskotren de Deusto, tras quedar en desuso, ha sufrido una fuerte transformación en los últimos años. El tramo que llegaba desde San Ignacio se ha convertido en un aparcamiento vecinal y las vías han sido sustituidas por el asfalto.

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Por contra, en los andenes y en el trazado que se dirigía a Bilbao crece la maleza y, poco a poco, plantas y retoños de arces, plátanos y otro árboles medran entre los raíles. Esta lucha de la naturaleza por recuperar el terreno perdido en este enclave bilbaino ya ha sido comentado en este blog con anterioridad.

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Una vez que la naturaleza preparó el terreno era inevitable que apareciera el hombre y se instalara en el lugar. Primero fue una chabola hecha con plásticos y algunas mantas que con el tiempo fue haciéndose más consistente. Incluso aparecieron los primeros signos de un asentamiento duradero, con un indicio de jardín compuesto por tres macetas que adornaban el borde del andén.

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Una mañana apareció otra chabola junto a la anterior: los vecinos. Las macetas fueron retiradas por precaución hasta que se decidieran los deslindes.

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Pero no dio tiempo. La autoridad competente que todo lo ve apareció, como aparece siempre, y abortó por las bravas el desarrollo de este pequeño poblado que quién sabe si algún día podría haberse convertido en un nuevo barrio.Al fin y al cabo, algunos de los que rodean la capital vizcaina nacieron así. Solo unas de las macetas olvidadas junto a un poste recuerda la historia que pudo haber sido y no fue.

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El andén ha vuelto a quedar desierto mientras los árboles crecen. ¿Continuará?

martes, 20 de mayo de 2014

Henry Moore empaquetado. Una exposición en Bilbao que ya no podrás ver.

Como si fueran amanitas gigantes crecidas tras la tormenta, las figuras de Henry Moore han eclosionado en el Planeta Bilbao para sorpresa de paseantes con perro. Durante unos días permanecieron ocultas tras su envoltorio, como si la exposición perteneciera a Christo Javacheff, especialista en empaquetar parlamentos, acantilados o cualquier objeto que tuviera a mano. Gracias a ello, los bilbonáutas hemos disfrutado de dos exposiciones en una. Para quien se la haya perdido, les dejo esta galería.

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Esta mañana, las autoridades han retirado las lonas y las figuras de Henry Moore han emergido en todo su esplendor y nos acompañarán hasta el 17 de julio:

Figura reclinada en dos piezas número 2, 1960
Gran figura de pie: filo de cuchillo, 1976 
Pieza de bloqueo, 1963-1964
Óvalo con puntos, 1968-1970 
Formas conectadas reclinadas, 1969 
Madre e hijo reclinados, 1975-1976
Figura reclinada, 1982  

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La idea de un arte integrado en el espacio urbano existe desde tiempos inmemoriales. En la antigüedad, esfinges, toros alados y guerreros colosales ejercían de guardianes junto a las murallas de las ciudades y frente a las puertas de entrada a los templos y otros recintos sagrados. Bilbao, no podía ser menos.

viernes, 16 de mayo de 2014

En el Planeta Bilbao las cosas se hacen como dios manda


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En algunas bares colocan un banco de madera, en otros, una simple tabla adosada a la puerta. Los más pudientes una silla de aluminio o de plástico. Pero en el Planeta Bilbao, las cosas se hacen bien o no se hacen. Todo sea para que el cliente del "Building kirol & bar" se sienta cómodo mientras se toma una copa.

viernes, 9 de mayo de 2014

Maniquíes "de toda la vida" en comercios de Bilbao


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Podrían contar la historia de la ciudad y de nosotros mismos con total precisión. Llevan años asomados al escaparate viendo pasar la vida y observando las transformaciones sin mutar el gesto. Cambia la ciudad, los ciudadanos, la moda, pero ellos no. Simplemente nos observan imperturbables como si fuéramos hojas que el viento amontona durante unos instantes frente al cristal y poco tiempo después se lleva quién sabe dónde.

lunes, 5 de mayo de 2014

El tiempo entre puntada y puntada

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La novela de María Dueñas "El tiempo entre costuras" ha despertado en las modistillas vocacionales que no han podido dedicarse al oficio el afán por practicarlo durante unas horas. En un mundo dominado por las grandes marcas de ropa clónica, ellas se reúnen en pequeños talleres, verdaderos templos del hilo y el dedal, para confeccionar sus propios vestidos. De esta forma disfrutan del placer de hacer algo con sus manos en un lugar que parece anclado en el pasado y donde todavía hay tiempo para charlar sosegadamente, coser y descoser la sisa y probarse la prenda con el sosiego suficiente para apreciar su valor. Una forma muy loable de preservar toda la sabiduría que hay encerrada en el corte y confección.