La antigua estación de Euskotren de Deusto, tras quedar en desuso, ha sufrido una fuerte transformación en los últimos años. El tramo que llegaba desde San Ignacio se ha convertido en un aparcamiento vecinal y las vías han sido sustituidas por el asfalto.
Por contra, en los andenes y en el trazado que se dirigía a Bilbao crece la maleza y, poco a poco, plantas y retoños de arces, plátanos y otro árboles medran entre los raíles. Esta lucha de la naturaleza por recuperar el terreno perdido en este enclave bilbaino ya ha sido comentado en este blog con anterioridad.
Una vez que la naturaleza preparó el terreno era inevitable que apareciera el hombre y se instalara en el lugar. Primero fue una chabola hecha con plásticos y algunas mantas que con el tiempo fue haciéndose más consistente. Incluso aparecieron los primeros signos de un asentamiento duradero, con un indicio de jardín compuesto por tres macetas que adornaban el borde del andén.
Una mañana apareció otra chabola junto a la anterior: los vecinos. Las macetas fueron retiradas por precaución hasta que se decidieran los deslindes.
Pero no dio tiempo. La autoridad competente que todo lo ve apareció, como aparece siempre, y abortó por las bravas el desarrollo de este pequeño poblado que quién sabe si algún día podría haberse convertido en un nuevo barrio.Al fin y al cabo, algunos de los que rodean la capital vizcaina nacieron así. Solo unas de las macetas olvidadas junto a un poste recuerda la historia que pudo haber sido y no fue.
El andén ha vuelto a quedar desierto mientras los árboles crecen. ¿Continuará?