Durante las pasadas vacaciones observé el potencial peligro de un microdeslizamiento en la playa de Toronda (Asturias). El acantilado de dos metros de altura que separa las campas donde pacen las vacas de la arena necesitaba un refuerzo. Sobre todo, para evitar el peligro de caída de alguna piedra y el apatxurramiento de algún karramarro que estuviera disfrutando del programa Erasmus en la zona. Para ello, construí este arbotante con veleta, que no solo soportaba la ladera sino que también alertada a las aves del peligro de acercarse. Muchos turistas preguntaban el objetivo de mi actividad, pero simulé ser mudo haciendo aspavientos con las manos ante la imposibilidad de explicar lo altruista de mi acción y la simpatía que tengo por los cangrejos vivos y no cocinados.
A continuación, las imágenes de sus fases de construcción tomadas desde su vertiente este y oeste. Como material utilicé todas las piedras que los bañistas habían llevado a la playa para evitar que el viento se llevara las toallas.
Puedes ver más piedras en equilibrio aquí:
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