Los tilos han florecido en las avenidas bilbainas. Es el momento de hacer un alto y disfrutar del aroma de su flor, de su frondosa sombra y del rumor de sus hojas cuando las agita la brisa. La Gran Vía, el parque de Doña Casilda, el de la Misericordia y otras muchas calles y plazas cuentan con hermosos ejemplares de este árbol tan amigo de los bilbainos y que tanto ha contribuido a templar su carácter. Busque una terraza bajo su copa y tómese una tila en su honor.
Coseche unas flores, sin bráctea, déjelas secar durante unas semanas y hágase la infusión usted mismo. Es un árbol muy agradecido. Pero habrá que esperar al año que viene...
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