Las rocas de la playa Gorrondatxe son viajeras por naturaleza. Algunas de ellas, varadas en la arena como pequeñas crías de cetáceo, se afanan por acercarse a la orilla para que las olas se las lleven mar adentro. Hasta que eso ocurra, alguien las coloca unas sobre otras para que vean el horizonte y se sienta a observarlas.
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