Guía trotamundos para extraterrestres con mochila. Fotografía insólita. Escenas callejeras. Rock balance. El jardín ingrávido.
Paisaje humano, Paisaje urbano, Curiosidades
domingo, 10 de marzo de 2013
Sístole y diástole del Planeta Bilbao
La ciudad, como un organismo vivo, tiene su pulso. Bombea flujos de hombres y máquinas por sus arterias con una cadencia constante regulada por un simple código de colores. Verde, ahora yo. Rojo, ahora tú. Una mente extraterrestre lo consideraría una dictadura binaria basada en dos longitudes de onda luminosas: la de la sangre arterial humana, cifrada entre los 618 y 780 nanómetros, y la de la hierba, acotada entre los 529 y los 497 nanómetros. Para evitar que esta insufrible tiranía desemboque tarde o temprano en una revolución sangrienta o ludita, se ha incrustado entre ambos el amarillo (574-577 nanómetros). Este color, asociado con el limón y el oro, entrega al individuo un breve espacio de libertad, de libre albedrío para moverse o permanecer quieto. Sin embargo, para que no se acostumbre a pensar y utilizar este recurso en otros ámbitos de la vida, se le utiliza también para señalizar ámbitos peligrosos como agua en el suelo, cuerpos policiales o áreas radiactivas.
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