En el Museo Guggenheim es difícil discernir qué forma parte de la colección y qué no. Las obras que se exponen no dejan a nadie indiferente. Incluso, algunos de los visitantes no consiguen asimilar tanta belleza y caen conmocionados por el síndrome de Stendhal. Solo los menos impresionables salen indemnes de la experiencia.
Hola Josetxu, pues por su tamaño parece un hobbit durmiendo la siesta.
ResponderEliminarSaludos
Yo creo que es una niña que se ha mosquedao porque no puede ir a jugar y tiene que estar con sus padres tragandose todo el guggenheim de cabo a rabo y ha hecho un gesto de desobediencia civil hacía sus progenitores.
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