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jueves, 10 de diciembre de 2015

Bocadillo de ingeniero

 Josetxu Rodríguez,bocadillo,ingeniero,Planeta Bilbao

LOS días que me apetece un bocadillo suelo acercarme al bar de la Escuela de Ingenieros donde, con solo ver mi barba canosa, algunos novatos se ponen firmes dando por hecho que soy un profesor o algo peor si cabe. 
Me gusta el sitio. Amplio, luminoso y con estética de los 70. Rodeado de estudiantes hiperactivos que juegan al mus y hacen sudokus con integrales y derivadas, contribuyo a subir la media de edad y a bajar la concentración de testosterona y hormonas femeninas que siempre amenazan con volar el edificio. 
Jose y Jaime defienden la barra parapetados tras una muralla de pinchos y bollería surtida salida de los Simpson. Solo con verla, me sube el colesterol y oigo gemir a mis arterias como gatitos escaldados. Cualquier dietista que se precie lo consideraría un museo de los horrores. 
Entre los 100 tipos de bocadillos, me ha costado meses encontrar uno que no haga trabajar el corazón a las mismas revoluciones que una vespino subiendo el puerto de Orduña. El que no lleva beicon tiene queso o alioli o mayonesa o ketchup. Salvo el Martutene, que lleva todo eso y dos lonchas de lomo, bonito y pimientos verdes. En el otro extremo se encuentra El triste: solo lechuga, tomate, cebolla y queso, para que el cliente no languidezca ante tanta hortaliza. 
Insistiendo, insistiendo encontré uno a mi medida. ¡Y está delicioso! Baratos e hipercalóricos, dejo los demás para los jóvenes que tienen la vida por delante y la sangre en ebullición.
Josetxu Rodríguez 
@caducahoy
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